Bajo peso (Daniel)

Otro día más, otras veinticuatro horas de desestrés aparente y de unas increíbles ganas de desperdiciar el día en... nada, lo admitía, no encontraba nada más convincente para poder hacer en su habitación. Suspiró de cierta forma teatral ¿Así sería el resto de sus tardes hasta que terminase la universidad? Era joven y tenía recursos, se podría decir que incluso desperdiciaba su tiempo en pensamientos como esos, pero ciertamente, no daba para más.

La rutina estudiantil era sumamente aburrida, incluso podía afirmar con certeza que a pesar de la presión a la que lo habían sometido para mantener la beca académica, las cosas eran realmente fáciles en su nuevo instituto. Le iba hasta ese momento de maravilla, puesto que al parecer, su simpatía hacia los demás se veía que rendía frutos; se llevaba bien con la mayor parte de la escuela, incluidos el personal docente, los alumnos e incluso a los que se daban la tarea de mantener en pie a la escuela como los de mantenimiento u otros más. Se podría mencionar que su aburrimiento era intenso, a la par de que no tenía ninguna otra actividad que hace.

Con relativa tranquilidad, escuchó por el pasillo cómo un par de chicos comentaban lo solo que iba a estar el gimnasio dado por las pruebas que pasaban muchos alumnos, unos estudiaban en asesorías improvisadas y otros las hacían... bien. Fue a cambiarse al baño de su dormitorio y cómodamente se dirigió al lugar, escogiendo una lista de música que podría ir de acuerdo a la situación y elevar de forma curiosa su energía. Su primer objetivo fue una caminadora desocupada y con aspecto lujoso, cosa que no contrastaba demasiado con su personalidad un tanto humilde.

... Y si realmente se hubiera preocupado, para esos momentos estaría sudando a mares con el ritmo tan impulsivo en que había puesto la caminadora. Cualquier persona se hubiera desmayado luego de unos pocos minutos, sin embargo, su habilidad deportiva representaba una de sus -tantas- cualidades. Armado con ropa deportiva excesivamente sencilla, su reproductor de música y una botella grande de agua, comenzó a ejercitarse luego de haber abandonado por unas semanas lo que era uno de sus hobbies más recientes. Y aún a pesar de todo, la caminata rigurosa apenas era el calentamiento.

En un principio fue muy brusco, después bajó un poco más el ritmo para hacerlo de forma más cómoda y ver hasta donde podía llegar a ese nivel. Y de esa forma... pasó el tiempo, y él continuaba andando sin cansarse en lo más mínimo.