¡Gelato~! (Libre)

Calor, calor... y más calor. Era todo lo que pasaba por la mente de la esbelta veneciana que ya echaba raíces sobre la delgada sábana, cuando menos aquel día no tenía lecciones que dictar y lo agradecía infinitamente pues tenía planeada su primera clase en los jardines del colegio pero llevar a sus estudiantes bajo el inclemente astro rey hubiese sido una verdadera tortura tanto para ellos como para sí misma. Cierto era que en su natal Italia el sol solía brillar con gran fuerza y ella solía pasar tardes y tardes paseando por la campiña, pintando cobijada bajo la sombra de un árbol mientras una suave brisa jugueteaba con sus largas trenzas. ¡Pero se sentía derretir sobre su cama con esa sofocante temperatura que reinaba en su habitación!

Por más que encendiera el ventilador a la máxima potencia, tomara duchas heladas que la hacían estremecer o llevase el más ligero de sus veraniegos vestidos de gasa color de rosa; sentía cada célula de su cuerpo burbujear, apenas y ya se encerraba en la frescura de su armario personal de materiales pero mantener los acrílicos a salvo era más importante... Vaya ¿qué no daría por un bocado de refrescante, dulce y delicioso gelato como el que solía comer en casa?

Un momento ¡Pero claro, el gelato era la solución a todos sus problemas! Normalmente hubiese rebatido ese pensamiento argumentando que un suculento plato de pasta también podía arreglarlo todo, pero el asfixiante calor ameritaba el helado descendiendo por su garganta.

Se levantó de su cama de un salto y luego de calarse unas sencillas sandalias salió corriendo por todo el establecimiento buscando en el comedor algo del fresco dulce y casi se echa a llorar al recibir la negativa de todos los cocineros ¡Ni siquiera sabían de lo que hablaba la castaña! No podía creerlo, si el gelato era tan delicioso, no podían privar a los estudiantes y al cuerpo docente de experimentar aquella gloriosa fiesta en sus paladares ¿Cómo podía remediarlo?

Ya algo derrotada, la joven italiana arrastraba los pies nuevamente hacia su calurosa habitación (en realidad todo el edificio se sentía casi igual de asfixiante) cuando pasó por fuera de un salón abierto que despertó su curiosidad: el día en que había llegado a instalarse aquella puerta estaba cerrada con llave, así que como una niña pequeña, entró dando pequeños saltitos mientras caminaba. Un salón de cocina. Ella adoraba cocinar, era su pasatiempo preferido justo después de pintar, se preguntó si podría utilizar el salón de vez en cuando para preparar algo de su recetario si los alumnos no estaban usando el lugar...

Y una idea brilló en su cabeza, haciéndola sonreír ampliamente, corrió a los armarios y sus ojos brillaron al notar que estaba repleto de todos los ingredientes que necesitaba; sacó unas cuantas cosas, entre risas, y cubrió su corto vestido con un delantal que encontró arrebujado en una esquina. De verdad esperaba no meterse en problemas por ello ni que la citaran a la oficina del rector por servirse del salón sin permiso y sin ser la profesora de cocina, ese hombre le daba miedo; pero ahora tenía algo más importante que hacer.

- Vee~ ... ¡Es hora del gelato~!

"...Pff, otro día de horrible calor", pensó el pelirrojo mientras caminaba enojado por uno de los tantos pasillos del establecimiento. Y quizás podría haber solucionado un poco el problema usando los pantalones de tela delgada del uniforme. Pero no, él era fiel a su kilt de tela pesada y sus calcetas gruesas, y más que eso, a saltarse las reglas sobre el uniforme escolar. No es como si alguien le hubiera dicho -o se atreviera a decirle- algo al respecto.

Con tanto calor, lo mejor sería ir al lago a visitar a Nessie y a tomar whisky, pensó. Nessie siempre estaba rodeado de una fresca niebla. Y camino al lago iba, cuando vió abierta la puerta de la sala de cocina. No era muy fanático de cocinar, y las raras veces que lo hacía terminaba con una masamorra indescriptible que sólo él podía comer. Muy pero muy rara vez le resultaba freír algo, pero con el calor, ni ganas de comer frituras. Aunque una idea lo hizo detenerse frente a la puerta. Quizás su hermanito estaba cocinando (al particular estilo familiar), y sería una excelente oportunidad para reírse de él.

Pero no, dentro sólo estaba uno de esos ruidosos italianos (no sabía cual, ambos eran iguales) y una chica con pinta de profe. "Genial, nada que hacer aquí, me voy donde Nessie" dijo en voz baja y se dió media vuelta para irse, cuando una voz lo detuvo.

La castaña se deslizaba con suma habilidad por todo el salón, distribuyendo sobre el mesón todos los recipientes e ingredientes que iba a necesitar para preparar por fin su fresco, dulce, deseado y exquisito gelato de chocolate; hasta que escuchó unos pasos algo furibundos por el pasillo. ¿Y si era el rector Arlovski? ¿Y si él la descubría allí y se enfadaba con ella? ¡Holy Pasta, debía esconderse, ese hombre sí que la asustaba!

Se ocultó a una velocidad impresionante, refugiándose bajo un mesón. Esa era su única verdadera habilidad física que le permitió pasar deportes en la escuela: a la hora de correr no había quien se le comparara, y era extraño pues cuando les hacían trotar se cansaba rápidamente... pero si alguien se le aparecía por detrás sorpresivamente o le hablaba ligeramente más fuerte de lo normal la chica ya había salido del edificio antes que pudiesen si quiera parpadear.

Sacó la cabeza al dejar de oír el golpeteo de las suelas contra el piso, al parecer el peligro había pasado. Volvió a incorporarse arreglando la corta falda de su vestido de gasa: el esconderse tan rápido la había dejado mostrando algo más de lo que quisiera de sus torneadas piernas, pero nada que no pudiera solucionarse alisando un poco la tela. Una vez solucionado aquello, se acercó a revisar que todos los ingredientes estuviesen a su disposición cuando reparó en la ausencia de lo más importante ¡El cacao! Ella quería gelato de chocolate ¡Le urgía el cacao!

Rápidamente inspeccionó la despensa buscando el preciado ingrediente y con la misma velocidad lo encontró... en la última repisa, la más alta e inalcanzable para su pequeña estatura ¡pero no se rendiría, todo fuera por el gelato! Puso en posición el banquillo más alto que encontró y con cuidado se trepó al asiento, alargando sus brazos hasta la pequeña caja cuando un extremadamente conocido grito surcó sus oídos, volteó la mirada hasta alcanzar a divisar un conocido rizo y una cabellera color chocolate ¡No podía creerlo, era él!

- ¿De verdad eres tú, fratello? - Los ojos ambarinos brlllaron de emoción ¡Hacía años, desde que salió de casa a estudiar arte, que no veía a su querido hermano menor! Sólo Dios sabía cómo lo había extrañado. A pesar de ser ella la mayor siempre había estado él cuidándola de los chicos que se le acercaban para intentar aprovecharse de su ingenuidad y más de una vez se había manchado los puños propinándoles una buena paliza a esos "bastardos", como él solía llamarles.

Quiso correr a abrazarlo, olvidando que estaba manteniendo el equilibrio precariamente sobre el altísimo banquillo, y tropezó con sus propios pies, precipitándose hacia el duro suelo embaldosado.

- Ah~ ah~ ¡WAAAAAAAAA~! -

Aquella era su hermana mayor, la cual no veía desde hacía años, aún recordaba como la protegía de todos esos bastardos que estaban detrás de ella.
Veía en cámara lenta el como caía y sin atinar a más se lanzó al piso para tratar de amortiguar su caída, cerrando sus ojos cuando sintió el cuerpo de su hermana sobre el de él - Sigues tan torpe como siempre -se fue moviendo poco a poco para después una vez de pie ayudarla a pararse y sacudirse la ropa, tratando de mantenerse sereno, después de todo, no era culpa de su hermana el que antes de verla hubiera estado a punto de matar a alguien.
Después de ver que no tuviera ninguna herida producto de la caída, se dedico a ver lo que estaba sobre la encimera del lugar, reconociendo la mayoría de los ingredientes
-¿Ibas a preparar gelato, Daisy? - Sentía tan raro el llamarla por su nombre, ya que suponía que iba a ser profesora en ese extraño lugar.

Vió como la chica caía en cámara lenta, y además de preguntarse como hacía eso (las pocas veces -casi inexistentes- que él se caía, siempre era rápido y sin ningún testigo cerca) hasta le dió el tiempo para plantearse la posibilidad de rescatarla antes de que se golpeara. Más que mal, si era profesora, le convenía ayudarla.

Enfrascado como estaba en su debate mental, de pronto se dió cuenta como el italiano (que al parecer era el gruñón y no el torpe del dúo cómico) se lanzó al suelo para que la chica le cayera encima. Claro, dárselas de colchón humano sería muy noble y todo eso ¿pero no era MUCHA más práctico simplemente tomarla antes de que cayera? Quizás éste era el italiano torpe.

Ya estaba que sacaba su botella de whisky para ver la comedia que se estaba armando, cuando escuchó algo de "gelato".

"¿Gelato? Si las novelas rosas que he leído -propiedad de Arthur, no mías- me enseñaron algo, creo que era "icecream"...mmm quizás me convenga quedarme a ver si consigo un poco, Nessie tendrá que esperar"

Caía... y caía... y caía, con una lentitud inconcebible, digna de esas películas hollywoodenses donde el tiempo se distorsionaba alrededor del protagonista para que este evadiera los ataques del enemigo con ridícula facilidad; claro que en esta ocasión ella se movía igual de lento, apretando los párpados ya preparada para el horrible golpe que se daría contra la mesada. Pasaron los segundos y el golpe no llegó, en realidad había aterrizado sobre algo bastante más blando; extrañada, abrió los ojos para encontrarse con que el improvisado colchón era su hermano.

- ¡Waaaaaaa~! ¡Fratello, perdóname! -empezó a lloriquear la castaña, aún sobre la espalda del chico, antes de reparar que lo dejaba sin respiración mientras él se arrastraba para salir de debajo de ella y ayudarla a levantarse del suelo. Lovino tenía toda la razón, podría ser ella la mayor pero seguía igual de torpe como de pequeña; un pequeño puchero apareció en su rostro mientras soltaba pequeños Ve~, apenada. Claro que su intento de depresión desapareció ante la pregunta del chico.

-¡Si~! Pensé que hoy hacía mucho calor y en la cafetería no tenían gelato -empezó a contarle agitando las manos y haciendo graciosas muecas de frustración por no haber encontrado el fresco postre, ahora que lo recordaba, en los veranos solía preparar muy seguido el gelato para sus hermanos y a Lovino parecía gustarle bastante (aunque siempre dijera que lo comía para que no se sintiera mal, más de una vez lo había sorprendido repitiéndose la porción por cuarta o quinta vez a escondidas) ¡Tenía una idea- Ve~ Lovino... ¿Quieres ayudarme a prepararlo? -sugirió con gran entusiasmo-

Volvió a mirar alrededor a ver si había montado demasiado desastre que limpiar en el salón cuando se percató de la presencia de un joven pelirrojo en la entrada, al parecer bastante entretenido con la vista... momento ¿llevaba falda? Bueno ¿quién era ella para juzgar el estilo ajeno? Además debía tener mucha actitud para usar eso en la escuela. Ahora que lo pensaba, alguna razón debió llevar al chico al salón, tal vez necesitaba al profesor que se suponía tenía las llaves del salón que ella sin permiso estaba usando. Lo mejor sería preguntarle, pensó, mientras se acercaba con pasos ligeros, casi saltando- ¡Ciao~! ¿Buscas al profesor de cocina?